Capítulo XVII

El mineral de vuelta

El tranvía aéreo parecía no parar nunca, su ruido era grave y penetrante, más aún con niebla o sirimiri; la gente que vivía cerca de su trazado estaba acostumbrada y les servía de control del tiempo, pero en realidad, en muchas ocasiones el tranvía aéreo estaba parado. No funcionaba sábados y domingos, ni cuando había averías en cables, motores y tensores; tampoco con baldes colgando o con viento fuerte. Las averías eran frecuentes, así que las cuadrillas de los talleres de Triano, Las Carreras y Campomar actuaban con rapidez en el tramo que les correspondía.

Eran actuaciones puntuales, porque el mantenimiento general se hacía en verano pintando todas las torretas, engrasando los ejes de todas las ruedas y puntos de fricción. Vigilaban y reparaban, si había necesidad, las mallas de protección colocadas en los puntos en que la línea cruzaba los caminos o los poblados.

En la planchada se cargaban baldes con mineral limpio, se intercalaban con otros vacíos y tomaban el camino de retorno hacia Triano. En la vertedera que existía en la carretera general 634, a unos cien metros bajando hacia Pucheta, descargaban el mineral limpio. Aunque pueda parecer sorprendente por su proximidad, nunca se embarcó mineral del Lavadero de la Orconera Iron Ore en el Cargadero de El Castillo de Campomar.

En estas instalaciones de Pucheta trabajaban una docena de operarios y había un taller para el mantenimiento de la línea, oficina y cuarto para los vigilantes de la línea. De esta vertedera salía otra línea que subía baldes cargados con el mineral limpio hasta los cargaderos ubicados en San Miguel, donde hoy en día se encuentra el campo de fútbol de Gallarta26. Volvían vacíos para Pucheta y allí se enganchaban en la línea principal que iba hacia Triano.

El material limpio no acababa su trayecto en las vertederas de San Miguel, sino que ahí se cargaba en vagones y, por la Vía Chiquita y el túnel de «El Carmen», llegaba a las instalaciones de la compañía en el barrio de Orconera.

A pesar de los seis hornos de calcinar que tenía la compañía en este barrio, no era necesario reducir el mineral. Los óxidos que provenían del Lavadero de Campomar tenían suficiente mena para su aprovechamiento, por lo que los vagones se enganchaban en otro tren que los arrastraba por toda la falda del Argalario, pasando por Gorostiza, hasta el cargadero que la compañía tenía y que aún existe en la ría, a la altura de Luchana.

La línea de baldes de Pucheta hasta San Miguel no funcionaba a diario, lo hacía según necesidad o demasiada acumulación de mineral limpio en la vertedera de Pucheta.

Imagen evocadora de bañistas hacia 1890 en los arenales del Valle de Somorrostro que quedaron supeditados a la minería.


26. Gallarta. Fue la población más importante de los Montes de Triano. Se formó a partir de 1876 con gente desplazada del populoso barrio de Labarga, que desapareció por la explotación minera. En 1890 tenía más de seis mil habitantes, era sede del Ayuntamiento de Abanto y Ciérvana y contaba con todo tipo de servicios. Junto con La Arboleda, fueron los pueblos de mayor presencia sindical y cultural, generando una rica diversidad social que desapareció con el agotamiento del mineral y el abandono de muchos de sus habitantes. Gallarta siguió un proceso similar al de Labarga. A partir de 1966 el empuje minero hizo que fuera desapareciendo lentamente, desplazando a sus habitantes hacia la margen izquierda y hacia la actual población. No queda nada del antiguo poblado minero.