Las veletas del Euskal Museoa de Bilbao

Veleta nº 1.

Hierro forjado 139 x 87 cm.

Esta veleta fue adquirida por el Euskal Museoa en 1920 a Teodoro Garro, por un importe de 25 pesetas, y procede de Tabira (Durango).

Presenta forma de cruz griega con “ces” recostadas que enlazan los brazos, de cuyo centro brotan rayos rectos y remata con otra pequeña cruz sobre un copete curvo. La flecha muestra en su centro un óvalo y sobre el timón, la silueta de un personaje de pie, caracterizado por su grande y puntiaguda nariz, que se toca con abultado sombrero y apoya la mano izquierda en la cintura.

Por la simplicidad de su diseño y el repertorio decorativo (“ces”, óvalo) podría ser obra neoclásica de fines del siglo XVIII.

Veleta nº 2.

Hierro forjado, 170 x 100 cm.

Ingresó esta pieza en la colección del Euskal Museoa en 1922, habiendo sido adquirida en Mungia a Eduardo Lara, aunque su origen parece estar documentado en Otxandio.

La estructura es muy esbelta y adopta la apariencia de una sencilla cruz de brazos flordelisados, con la imagen de un gallo posado sobre su timón al que se fija mediante remaches. El simbólico animal es reconocible por el airoso plumaje de su cola y la modesta cresta sobre su cabeza, unida al desgarbado cuerpo por un delgado y largo cuello. Bajo este se fijan al astil dos elegantes “eses” contrapuestas y engarzadas.

Podría fecharse hacia el transito del siglo XVIII al XIX.

Veleta nº 3.

Hierro forjado, 210 x 60 cm.

Donada en 1920 por el médico Ramón Echebarria, esta veleta coronaba el caserío Errementerizarra de La Campa, Erandio, en el que dado su nombre probablemente hubo una antigua forja.

A diferencia de los otros ejemplares dispone la veleta sobre la cruz y no bajo ella. Esta adopta perfil de cruz griega, con eses de perfil acorazonado adosadas a los brazos y remates florales en los extremos del travesaño horizontal. En lo alto ondea una bandera de dos puntas ondulantes y sobre el eje se dispone una pareja de palomas enfrentadas, delicadamente silueteadas.

La simplicidad de su diseño, nada recargado, sugiere una fecha del último tercio del siglo XVIII e incluso podría alcanzar a la centuria siguiente, bajo el influjo del arte neoclásico.

Veleta nº 4.

Hierro forjado, 113 x 67 cm.

Esta veleta coronó una casa de la calle Usakekue, en la ferrona villa de Otxandio, hasta su venta por Felipa Olaso al Euskal Museoa en 1927.

Consta de cruz griega, con “ces” enlazando los brazos y rayos ondulados que brotan de su centro, rematándose los extremos con curvas que remedan flores de lis y esferitas. La veleta es de timón de perfil dentado del que surge una cola sinuosa. Incorpora una esfera en la base. El uso de trazos ondulados conviviendo con “ces” sugiere una cronología de mediados del siglo XVIII.

Veleta nº 5.

Hierro forjado, 130 x 65 cm.

La presente veleta fue comprada al párroco de Sondika, Nicolás Arroita, en 1950, aunque procedía del caserío Mutio de Nabarniz.

Solo conserva el mástil y la pala de contorno rectangular con remate dentado, en la que se han vaciado un círculo en el que se inscribe una cruz y un semicírculo achatado. Sobre el extremo se alza la silueta de un personaje con un brazo en jarra que alza sobre su cabeza una guadaña.

Podría ser una pieza del siglo XIX.

Veleta nº 6.

Hierro forjado, 137 x 92 cm.

La última de las veletas incorporadas a la colección del Euskal Museoa se adquirió a Enrique Ibabe, vecino de Bilbao, en 1974, desconociéndose su destino inicial.

Sobre un mástil cilíndrico se dispone la silueta de un hermoso dragón, que posa sobre afiladas garras, despliega un ala calada para sugerir sus plumas y una cola ondulante, al tiempo que alza su cabeza, provista de un sinuoso cuerno, abriendo la boca para mostrar sus dentadas fauces. Fue reproducida en un calendario de Altos Hornos de Vizcaya en 1976.

Su esmerado diseño y factura nos induce a fecharla a finales del siglo XIX o, más probable, a comienzos del XX.