Cómics que merecen la pena

Esclavos del trabajo

La crisis que venimos sufriendo desde hace más de diez años y de la que algunos dicen que ya hemos salido será sin duda el factor que marcará la historiografía que se dedique a estudiar esta época. En este contexto de precariedad de todo tipo, pero sobre todo laboral, se inscribe Esclavos del trabajo, la novela gráfica que publica Astiberri y con la que debuta Daria Bogdanska (1988) en el mundo del cómic.

La vivencia de Daria en la avanzada Suecia podría ser la de cualquier inmigrante en España. A ella también se le presenta el malvado circulo vicioso: sin papeles no puedes trabajar, y si no trabajas no obtienes papeles. Abandonados de esta forma por el sistema, muchos inmigrantes (ahora la corrección política nos dice que sólo son “migrantes”) tienen que conformarse con subsistir con empleos no declarados, un submundo de trabajos en negro sin ninguna garantía que lo único que hacen es beneficiar al empresario que ve en esta situación de desigualdad una oportunidad para ganar más dinero.

Por suerte, Daria no se conforma con la situación en la que vive y decide plantar cara, consultar a sindicatos e intentar hacer lo que pueda para mejorar no sólo su situación, sino la de muchos otros que están en idénticas condiciones.

La virtud del cómic de Daria Bogdanska es que consigue que la materia de su obra, que podría haber dado lugar perfectamente a un cómic-documental, se convierta en una novela gráfica de miras mayores cuando imbrica el resto de las inseguridades de su yo protagonista: las relaciones amorosas, las amistades, la certeza de no tener rumbo ni destino en la vida… Y eso hace que el cuadro que describe la autora sea mayor y el cómic retenga al lector. En otras palabras, la autora consigue implicarnos a varios niveles en su historia.
Papel en blanco: ‘Esclavos del trabajo’, de Daria Bogdanska" / Josep Oliver.