Recuerdos militares
Desde el infausto día 28 de Febrero de 1876 en que nos cupo la alta honra de escoltar, sable en mano, a Don Carlos de Borbón a su entrada en Francia, concebimos el proyecto de dedicar nuestra forzada inacción a coleccionar datos y apuntes, cuantos más pudiéramos, para que no se perdiesen en el vacío los altos hechos de la campaña carlista, en la cual tomamos no pequeña parte. Dolíamos pensar sería muy posible que España se inundase con las apasionadas relaciones de nuestros enemigos, como sucedió después de la primera guerra. civil, pues sabido es que los escritores liberales pintaron aquella campaña como mejor les plugo.
Verdad es que nunca hemos tenido pretensiones de escritor público; pero en nuestro amor eutrañable a la bandera de Dios, Patria y Rey, quisimos aportar el óbolo de nuestras reflexiones y recuerdos, para que los verdaderos escritores militares supieran a qué atenerse al hablar de los carlistas, cuyos medios de combatir desconocían las más de las veces; formando equivocado concepto de sus recursos, sacrificios que les costaban sus victorias y ánimo varonil con que soportaban sus reveses.
Ya en los cuadernos de El Estandarte Real y en algunos tomos de la Biblioteca Popular Carlista hemos procurado juzgar con severa imparcialidad hechos propios y ajenos, y hoy que vamos a tratar de los heróicos combates ocurridos en los campos de Somorrostro, con el pensamiento en Dios y la mano en el corazón acometemos la árdua empresa de narrarlos y juzgarlos con nuestro pobre pero leal criterio, a fin de que otros con mayores dotes tengan una base cierta para en su día relatarlos en la hermosa lengua castellana.
Dividiremos nuestro trabajo en tres partes: en la primera trataremos someramente de los hechos de armas que fueron como el preludio de la campaña de Somorrostro y daremos una idea de la situación, número y clase de los ejércitos beligerantes: en la segunda describiremos los combates de Ontón, Somorrostro y San Pedro Abanto, bajo los mandos de los generales liberales Moriones y Duque de la Torre, así como las acciones de Muñecaz y Galdames y la consiguiente liberación de Bilbao; y en la tercera consignaremos las reflexiones militares sobre las faltas de ambos contendientes durante el curso de las operaciones, y las consecuencias que produjeron en los dos campos las batallas de las líneas de Somorrostro.
Firmes, pues, en nuestro propósito, sólo pedimos a Dios, al empezar, que se muestre propicio a nuestros deseos e intenciones.