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Zer edo zer irakurri nahi?
Cien años de acritud
Una vez oyó decir que, que si te acuestas sin desmaquillarte, la piel de la cara sufre tanto como si no te la hubieras lavado en un mes. Y el otro día, sin ir más lejos, leyó en internet un rocambolesco artículo en el que se explicaba que en una sola noche la piel del rostro podía envejecer un año. No, más de diez. Vamos, que según aquella teoría, su piel ya debía haber envejecido al menos quinientos años.
En eso estaba pensando Satsuko Kunieda mientras esperaba a que el semáforo cambiara de color. Entreabrió los labios y suspiró. La noche anterior cayó desplomada en la cama, y no solo no se había desmaquillado antes, sino que tampoco se había quitado el traje ni las medias. Ni siquiera se había desabrochado el sujetador.
También había oído decir en ocasiones que había un "momento dorado" para la piel, concretamente entre las diez de la noche y las dos de la mañana. Por lo visto, si duermes durante esas horas, las hormonas del crecimiento se activan y actúan exfoliando las células muertas y aportando nutrientes a tutiplén. O al menos eso decían. Pues bien, la noche anterior, en aquella franja horaria, Satsuko había estado en una cena de empresa, lidiando con un joven colega borracho y llorón, y con un jefe que se empeñaba en desnudarse en un bar. Les había dejado de camino al segundo bar y había vuelto a la oficina, donde se encargó de transmitir al departamento de diseño las indicaciones que [...]