¿Buscas un libro para leer?
Zer edo zer irakurri nahi?

Raíces

Al principio no habla nada. Después hubo de todo.

En ese momento, después de anochecer, en un parque sobre una ciudad occidental, el aire derrama una lluvia de mensajes.

Hay una mujer sentada en el suelo, apoyada en un pino. La corteza, dura como la vida, le oprime la espalda. Las agujas del árbol perfuman el ambiente y una fuerza bulle en el corazón del bosque. Los oídos de la mujer sintonizan las frecuencias más bajas. El árbol dice cosas con palabras anteriores a las palabras.

Dice: El sol y el agua son preguntas siempre dignas de respuesta.

Dice: Una buena solución debe ser reinventada muchas veces, desde el principio.

Dice: Cada pedazo de planeta necesita que lo aferren de una forma nueva. Existen más modos de ramificarse de los que un lápiz de cedro hallaría jamás. Las cosas pueden viajar a cualquier sitio; para ello, no hay más que permanecer inmóvil.

Eso es justo lo que hace la mujer. Las señales llueven a su alrededor como semillas.

Esta noche las palabras recorren largas distancias. Las curvaturas de los alisos hablan de antiguos desastres. Los filamentos de las pálidas flores de castaño sacuden su polen; pronto se convertirán en frutos con púas. Los álamos repiten el murmullo del viento. Los caquis y nogales muestran sus cebos, y los serbales, sus racimos color rojo sangre. Los viejos robles blanden profecías del clima venidero. Los varios cientos de tipos de espino se ríen del nombre común que han de compartir. Los laureles insisten en que ni siquiera la muerte es algo por lo que se deba perder el sueño.

Algo en el olor del aire insta a la mujer: Cierra los ojos y piensa en el sauce. El llanto que ves será inexacto. Imagina una espina de acacia. Nada en tu mente será tan afilado. ¿Qué se cierne sobre ti? ¿Qué flota sobre tu cabeza en este instante, ahora?

Incluso los árboles más lejanos se unen: Sea cual sea la forma en que nos imaginas -manglares embrujados subidos en zancos, la pica invertida de la mirística, los troncos nudosos del árbol del elefante, el misil vertical de un sal-, no son más que amputaciones. Los de tu especie nunca nos veis enteros. Os perdéis la mitad o más. Bajo tierra siempre hay tanto como arriba.

Ese es el problema de la gente, la raíz de todo. La vida pasa a su lado desapercibida. Aquí mismo, muy cerca de ellos. En la creación del suelo. En el ciclo del agua. En el intercambio de nutrientes. En la formación del clima. En la construcción de la atmósfera. En la alimentación, curación y refugio de más tipos de criaturas de las que son capaces de contar.

Un coro de bosque vivo le canta a la mujer: Si tu mente fuera solo un poco más verde, te inundaríamos de verdad.

El pino en el que está apoyada dice: Escucha. Hay algo que debes oír.