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Introducción

«El vicio solitario», suponiendo que no estéis familiarizados con la frase, es tal vez el eufemismo victoriano más conocido para la masturbación, una actividad que por aquel entonces tenía la consideración general de ser la causante no solo de deterioro físico y colapso mental en esta vida, sino de una condena eterna en la siguiente.

Este libro aborda un vicio solitario distinto: el acto de leer. Aunque en un principio no parezca evidente, las dos actividades -masturbarse y leer- tienen mucho en común. Ambas suelen llevarse a cabo a solas y en privado, a menudo en la cama y por la noche, antes de dormir. Ambas se disfrutan más en el tiempo libre, puesto que tienden a consumir toda nuestra atención. Ninguna puede realizarse de manera precipitada y las dos implican actos de la imaginación y la fantasía. Ambas . pueden llegar a ser tan excitantes que hay quien se vuelve adicto a ellas y, como ocurre con todas las adicciones, pueden ser difíciles de dejar. Ambas pueden convertirse en costumbres de por vida, que se iniciaron en la primera infancia y continuaron hasta una edad bien avanzada. Ambas son hábitos que algunas personas descubren por sí mismas y a otras se les dan a conocer, normalmente en el colegio. Ambas se ven alentadas por la soledad, sobre todo si sois de los que os mandaban demasiado temprano a la cama.

Antes del siglo xx existía la creencia generalizada de que los efectos de la masturbación eran perjudiciales hasta tal punto que se consideraba un hábito muy peligroso y, si no se interrumpía su práctica, podría ser causa de toda clase de sufrimientos futuros. Hoy en día, muchas personas consideran el «autoerotismo» como la mejor forma de conocer su cuerpo y sus respuestas sexuales, y 10 recomiendan encarecidamente como modo de reducir las tensiones emocionales y físicas: un mensaje que aparece enfatizado en libros como Los placeres del autoerotismo, de Edward L. Rowan, Masturbation as a Means of Achieving Sexual Health, de Walter O. Bockting y Eli Coleman, y Sexo para uno: el placer del autoerotismo, de Betty Dodson. De hecho, los sexólogos Masters y J ohnson sugieren que no nos «amamos 10 suficiente a nosotros mismos», y dejamos que nuestra culpabilidad vestigial y nuestro miedo nos impidan llegar a conocer nuestros cuerpos de una manera que resulta esencial para nuestro bienestar sexual. ¿Y qué pasa con la lectura?