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Zer edo zer irakurri nahi?

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Bobbi y yo conocimos a Melissa en la ciudad, en una velada poética en la que actuamos juntas. Nos hizo una foto en la calle en la que Bobbi salía fumando y yo sujetándome tímidamente la muñeca izquierda con la mano derecha, como si temiera que fuese a escaparse. Melissa usaba una cámara profesional grande y llevaba un montón de objetivos distintos en un estuche especial. Charlaba y fumaba mientras tomaba las fotos. Comentó nuestra actuación y hablamos de su obra, que conocíamos de internet. A eso de la medianoche cerraron el bar. Empezaba a llover y nos invitó a tomar una copa en su casa.

Nos subimos las tres al asiento trasero de un taxi y nos abrochamos los cinturones. Bobbi iba en medio, con la cabeza girada para hablar con Melissa, así que pude admirar su nuca y su pequeña oreja con forma de cucharilla. Melissa le dio al taxista una dirección de Monkstown y yo me puse a mirar por la ventanilla. En la radio, una voz anunció: "Clásicos... del pop... de los ochenta...». Y luego sonó una sintonía. Yo estaba emocionada, lista para afrontar el reto de visitar la casa de una desconocida, y ya preparaba cumplidos y ciertas expresiones que me hicieran parecer encantadora.

Era una casa adosada de ladrillo rojo, con un sicómoro en el exterior. A la luz de las farolas, las hojas se veían anaranjadas y artificiales.