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DESPUÉS DE LA ESCALERA

Un martes de mayo, a los treinta y cinco años de edad, Rachel mató a su marido de un disparo. Él retrocedió tambaleándose con un extraño semblante de aceptación, como si en el fondo siempre hubiera sabido que Rachel acabaría matándolo.

Su rostro también reflejaba sorpresa. Rachel dio por hecho que el de ella también.

La madre de Rachel no se habría sorprendido.

La madre de Rachel, que nunca estuvo casada, era autora de un célebre manual sobre cómo mantener vivo el matrimonio. Los capítulos del libro llevaban por título las distintas etapas que la doctora Elizabeth Childs había observado en toda relación cuyo estado inicial fuera el de la atracción mutua. El libro se titulaba La escaleray gozó de tan buena acogida que la editorial convenció a su madre (la «obligó», según ella) para que escribiera dos secuelas: Volver a subir la escalera y Los peldaños de la escalera: Un manual práctico, y cada uno vendió menos ejemplares que el anterior.

En la intimidad, su madre calificaba los tres libros de charlatanería emocionalmente adolescente», pero guardaba cierto afecto nostálgico por La escalera ya que, durante su escritura, no había sido consciente de lo poco que sabía en realidad. Así se lo confesó a Rachel cuando su hija tenía diez años. Aquel mismo verano, después de los muchos cócteles trasegados una tarde, su madre sentenció: «Un hombre no es más que la suma de las historias que cuenta sobre sí mismo, y la mayor parte de esas historias son falsas. Nunca hurgues demasiado, porque si sacas a la luz sus mentiras, será humillante para ambos. Más vale vivir con el cuento.»