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Uno

Sé con exactitud qué día empezó todo. Era ellO de diciembre de 1974. Aquel día conocí a Billy Sive y él me pidió que lo entrenara. Una fuerte nevada había cubierto la noche anterior el estado de Nueva York. Hacia las ocho de aquella mañana, desayuné como de costumbre en el comedor de la universidad y después, silbando alegremente, me dirigí hacia el edificio de las instalaciones deportivas. El sol ya había salido y el paisaje blanco del campus me deslumbró. Pasé junto a los estudiantes que estaban apartando la nieve con palas. -Hola - les dije, y sonreí. No tenía ni idea de lo mucho que mi vida estaba a punto de cambiar. -Hola, señor Brown - respondieron ellos, y me devolvieron la sonrisa.
Cuando llegué a mi despacho, me encontré al presidente y fundador del Prescott College, Joseph A. Prescott, que me esperaba junto a la puerta cerrada con llave. Vestía una chaqueta de piel de borrego y llevaba su habitual y voluminoso maletín lleno de papeles, además de dos tazas humeantes, una de café y otra de té. Cuando Joe aparece a primera hora de la mañana, como aquel día, sé que ocurre algo.