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Zer edo zer irakurri nahi?
Adiós y buena suerte
En algunos ambientes yo tenía mucho éxito, dice tía Rose.
No es que entonces estuviera delgada, pero no me sobraban
tantas carnes. Son cosas del tiempo, ya lo comprobarás tú misma, Lillie, por mucho que te sorprenda. Es el propio Dios
quien quiere que las cosas cambien. Nadie se libra. Sólo una
persona tan tranquila como tu mamá puede vivir sin enterarse
de lo grande que se le está haciendo el trasero y pasarse treinta
años cantando para el canario. Porque nadie la escucha. Papá
está en la tienda. Tú y Seymour sólo pensáis en vosotros. Y ella
espera en su limpísima cocina a que alguien le diga algo amable
mientras piensa «Pobre Rosie»...
¡Pobre Rosie! Si mi hermana pequeña tuviera un poco más de
mundo, sabría que mi corazón está lleno a rebosar de sentimientos y que entre mi corsé y yo hay tanta información que, en comparación, su vida de casada no es más que un jardín de infancia.
Ahora vivo siempre en hoteles, unas veces en el centro y
otras en la parte alta. ¿Para qué quiero un piso? No me gusta
estar todo el día con un plumero en la mano, estornudando
como si fuera una criada. Me llevo muy bien con los ayudantes
de camarero, es mucho más interesante que vivir en un piso,
hay toda clase de personas, y cada una de ellas está allí porque
tiene sus motivos...
Y mi motivo, Lillie, es que hace mucho tiempo que le dije
a la encargada de la tienda:
[...]