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Zer edo zer irakurri nahi?
1
Cerezos
Agunas noches, cuando la tormenta venia del oeste, la casa
gemía como un barco zarandeado de un lado a otro por la
mala mar. Las ráfagas de viento chirriante no dejaban de azotar
sus viejos muros.
Así chillan las brujas cuando las queman, pensaba Vera, o
los niños cuando se pillan los dedos.
La casa gemía, sí, pero no llegaría a hundirse. Las enmarañadas
cañas de su tejado seguían sujetas .a la armadura con
finneza aunque entre ellas proliferasen nidos de musgo verde.
Solo el caballete estaba algo hundido.
Al entramado de la fachada se le había desconchado la
pintura, los montantes de roble tosco sobresalían de los muros
como si fuesen huesos grisáceos. También la inscripción del
frontón estaba desgastada, pero Vera sabía muy bien lo que
decía: "esta casa es mía y no lo es, quien tras mí venga lo dirá
también".
Fue la primera frase en dialecto bajo alemán que aprendió
al llegar de la mano de su madre a esa granja de la fértil región
de Altes Land, a orillas del río Elba.
La segunda la oyó de boca de la propia Ida Eckhoff, y resultó
ser un acertado aviso sobre los años que estaban por [...]