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Zer edo zer irakurri nahi?

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Cerezos Agunas noches, cuando la tormenta venia del oeste, la casa gemía como un barco zarandeado de un lado a otro por la mala mar. Las ráfagas de viento chirriante no dejaban de azotar sus viejos muros.
Así chillan las brujas cuando las queman, pensaba Vera, o los niños cuando se pillan los dedos.
La casa gemía, sí, pero no llegaría a hundirse. Las enmarañadas cañas de su tejado seguían sujetas .a la armadura con finneza aunque entre ellas proliferasen nidos de musgo verde. Solo el caballete estaba algo hundido.
Al entramado de la fachada se le había desconchado la pintura, los montantes de roble tosco sobresalían de los muros como si fuesen huesos grisáceos. También la inscripción del frontón estaba desgastada, pero Vera sabía muy bien lo que decía: "esta casa es mía y no lo es, quien tras mí venga lo dirá también".
Fue la primera frase en dialecto bajo alemán que aprendió al llegar de la mano de su madre a esa granja de la fértil región de Altes Land, a orillas del río Elba.
La segunda la oyó de boca de la propia Ida Eckhoff, y resultó ser un acertado aviso sobre los años que estaban por [...]