Crónica de una guerra

Verdún

Verdún no es un cómic que quiera ser frío, aséptico, patriótico o moralista...

Ya desde sus primeras páginas queda claro que Verdún es un deleite sobresaliente para quienes disfruten de las reconstrucciones históricas más meticulosas, aquellas que hacen de la documentación y del rigor sus armas esenciales para convencer al lector. El hecho histórico, la batalla de Verdún, una de las más significativas de la Primera Guerra Mundial, es una base lo suficientemente fuerte como para sustentar cualquier ficción como la que montan Jean-Yves Le Naour en la escritura, Marko en los bocetos e Iñaki Holgado en sus espléndidos acabados realistas. En ese sentido, Verdún es un BD modélico, de preciosista acabado documental y que transmite exactamente lo que necesita, el horror de la guerra, por supuesto, pero sobre todo el escenario político y el de las trincheras en el que acontecieron estos hechos. A Le Naour le interesa tanto la estrategia palaciega como la que se desarrolla en el campo de batalla, y por eso el principal valor de su obra es el rigor histórico. Eso, aunque lo que se busca es un complejísimo equilibrio, se lleva por delante la emoción personal en muchos momentos. No siempre, porque es evidente que Verdún no es un cómic que quiera ser frío, aséptico, patriótico o moralista, pero está claro que prima la satisfacción de quien revise después los documentos históricos y sienta las viñetas como una prolongación del libro de texto. Le Naour muestra el terreno, el barro y el frío, los rigores del hambre y el asedio, el ruido de los morteros, pero tampoco le da miedo centrarse en el diálogo de los despachos, en las estrategias, en los faroles, en los egos de quienes no saben lo que realmente se cuece entre los silbidos de las balas. La pega, si es que se puede considerar una pega, es que todo eso lo vemos desde una enorme multiplicidad de personajes, con lo que es difícil encontrar un anclaje emocional. Todo es muy académico. Y Le Naour se resiste a que así sea, y eso es algo que se ve sobre todo en el segundo de los álbumes de este integral, La agonía del fuerte de Vaux, pero sabe que no lo puede evitar. Verdún tiene que mostrar lo que pasó, y por eso no hay un claro protagonista, por eso es un mosaico, y por eso cuenta tantas cosas, tantos aspectos de la campaña bélica, que al final se van juntando para provocar la sensación de que realmente estamos atrapados junto a los soldados. Ese es el objetivo. Y por momentos se consigue, pero en el conjunto de la obra pesa más la documentación que la implicación. ¿Eso es un defecto? Probablemente no, pero sí sirve para indicar al lector lo que se va a encontrar en este libro. No es un relato glorificador, no es una hazaña bélica. Es, simple y llanamente, con todo lo que eso conlleva, lo que sucedió allí.

De la reseña de Juan Rodríguez Millán en "Cómics para todos"