Crónicas

La fabulosa taberna de McSorley

Los marginados
(borrachos, mendigos, fenómenos de circo, artistas sin talento, bohemios incurables, ridículos impostores)
adquieren la grandeza estética de personajes de tragedia griega.

Mitchell preparó el terreno a Truman Capote, Tom Wolfe y Norman Mailer, mostrando que sólo es necesario observar el entorno para alumbrar un texto literario. No hace falta inventar. Mirar y escuchar es suficiente, pues al bucear en las historias ajenas, sale a flote nuestro yo y la inquietante belleza del mundo. La fabulosa taberna de McSorley recoge reportajes periodísticos, relatos cortos de carácter autobiográfico y cuentos ambientados en el ficticio condado de Black Ankle, irónica recreación del condado de Robeson, Carolina del Norte, donde creció Mitchell, adquiriendo sus modales de caballero del Sur. La mirada de Mitchell es humana y compasiva. Nunca desciende al sermón o al desahogo personal. No se esconde detrás de sus personajes, sino que camina con ellos, exteriorizando de forma indirecta su delicada intimidad. Es imposible comentar en esta nota los veinte textos del libro, pero sería indisculpable no destacar los más deslumbrantes. “El profesor Gaviota”, quizás el perfil más famoso de Mitchell, recrea la historia verídica de Joe Gould, “que se jacta de ser el último bohemio”.

De la reseña de Rafael Narbona en El Cultural.