Pequeñas crónicas dramáticas, intensas, cálidas, sinceras y sin eufemismos.

Junior es un adolescente indio spokane de catorce años, hidrocefálico, miope, algo tartamudo, aficionado a dibujar viñetas (ilustraciones que acompañan al texto) que no contento con lo que le ha tocado en suerte, todo lo que conlleva residir en la reserva india Spokane de Wellpinit, decide traspasar la línea e irse al Instituto de la ciudad de Reardan donde los pieles rojas todavía no han puesto los pies.
Como se puede predecir, Junior no lo va a tener nada sencillo en su aventura de vivir. No sólo tiene que demostrar que tiene sitio -futuro- en el Instituto de “chicos blancos” sino que el alejamiento de los suyos no significa una deserción. En ese ir y venir de todos los días a Junior le sucede de todo: infamias, bufas, deslealtades, puñetazos en la cara… Pero también: risas, diversión y aplausos en forma de canastas de tres puntos… Es decir, un sinfín de desgracias y de dichas con personajes que se entrecruzan y que se quedan por el camino. Un sinnúmero de peripecias en las que no puede faltar el amor de adolescente. O sea, la vida en estado puro.
En primera persona, con un estilo ágil, sugerente, rápido y ameno Alexie nos va desgranando en forma de capítulos cortos el día a día de este joven indio que va superando todos los retos que se le presentan (y no son pocos). Pequeñas crónicas dramáticas, intensas, cálidas, sinceras y sin eufemismos. Basta abrir el libro y leer el desgarrador primer capitulo donde nadie apostaría medio dólar por el fututo de su protagonista. Sin complacencia alguna, con una mirada en momentos ingenua, en momentos socarrona, Alexie, descendiente directo de la tribu spokane, nos va paseando con inteligencia por el filo de la navaja donde el fracaso y el éxito están a un paso.

De la reseña de Daniel Nesquens en Revista Barbar