¿Buscas un libro para leer?
El taxi la dejó en la esquina del bulevar. Apenas tenía que recorrer cincuenta metros para llegar a su casa. Las farolas iluminaban la calle y coloreaban las fachadas de una luz naranja, sin embargo, se sentía intranquila, como siempre en plena noche. Se dio la vuelta y no vio a nadie. La luz del hotel de enfrente inundaba la acera entre las dos macetas con arbustos que marcaban la entrada del establecimiento de tres estrellas. Se detuvo frente a la puerta, abrió la cremallera central de su bolso para buscar el manojo de llaves con la tarjeta magnética del vestíbulo, y.entonces todo sucedió muy deprisa. Una mano salida de ninguna parte, que pertenecía a un hombre moreno vestido con una cazadora, agarró la correa. El miedo no tardó ni un minuto en recorrerle las venas y subir hasta el corazón para estallar en una lluvia helada. De forma instintiva, se aferró al bolso, el hombre tiró de él y, ante su resistencia, le puso la palma de la mano en el rostro y le empujó la cabeza contra el metal de la puerta. Ella se tambaleó por el golpe, vio que la calle se iluminaba con micropartículas brillantes, parecidas a luciérnagas en suspensión, se estremeció y sus dedos soltaron el bolso. El hombre esbozó una sonrisa mientras la correa trazaba un círculo en el aire, y luego huyó. Ella permaneció apoyada en la puerta, siguiendo con la mirada la [...]