Los catalanes en los campos nazis
Los que nacimos después de 1939 hemos tenido que ir desbrozando nuestro pasado reciente, un pasado que nos ha dejado demasiadas taras para poder restituir completamente nuestra salud histórica. Somos ignorantes, consciente o inconscientemente. Si tenemos consciencia de ello, sufrimos rencor y malhumor. ¿A quién puede gustarle, si no, haber sido educado como un infeliz? Aparte de la atracción que siento por el mundo de la ficción, siempre me he sentido atraída por la historia de mi país. El silencio que han hecho flotar por encima de los republicanos catalanes y de los españoles en general, de los vencidos de la guerra, me ha parecido, muy a menudo, un silencio que querían extender encima de los míos y de mí misma. Veía que si no devolvíamos la palabra a los que debieron tenerla cuando les tocaba, nosotros no podríamos tenerla en su totalidad. Pero hay silencios que son más compactos que otros. Si sobre nuestra guerra civil ha habido una niebla ficticia pero densa, hay aspectos de nuestro pasado reciente que parecen haber sido engullidos por el absurdo, por la nada.Este es el caso de los republicanos antifascistas que sufrieron la deportación en los campos nazis.
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