1918-1945
Treinta mil nazis alzaron el brazo para saludar a Adolf Hitler, su líder y nuevo Canciller y Reichsführer de Alemania, a su paso ante el palacio Luitpold, en Nüremberg, en la mañana del 5 de septiembre de 1933. El Congreso del Partido estaba reunido para oír la proclama del Fhürer, que les fue leída por Adolf Wagner, Gauleiter de Baviera. El Führer había escrito que el modo de vida alemán había sido fijado para todo un milenio. En mayo de 1945, sin embargo, el III Reich pasaba al olvido: su destrucción había costado cerca de cincuenta millones de vidas, incalculables pérdidas materiales y sufrimientos humanos de toda índole.
Para los que han alcanzado la mayoría de edad después de 1945, el nazismo es un fenómeno cuya existencia apenas consideran. Como requiem a su memoria, de vez en cuando se dan vestigios de cruces gamadas pintarrajeadas en las paredes, o manifestaciones de algunos extremistas en Trafalgar Square o, lo que es más importante, los informes de Reuter sobre reuniones SS en Munich y el juicio de Adolf Eichmann celebrado en Jerusalén. No obstante, el conocimiento de este período supone una de las más fecundas advertencias de la historia de lo que puede suceder al mundo si los hombres olvidan su común humanidad.