Las batallas de Somorrostro

(Homenaje a Armando Cruz Llosa)


Para escribir este artículo voy a pedirle ayuda a Don Miguel de Unamuno (Bilbao 1864-Salamanca 1936). En 1874, Miguel, casi un niño, vivió en propias carnes el sitio de Bilbao, con sus peligros, sus privaciones y sus amenazas. Seguramente retumbarían en sus oídos las noticias que llegaban del "lejano" Valle de Somorrostro, donde se libraba una de las más sangrientas batallas de la guerra. Allí, en aquellos montes que se perfilaban hacia el oeste (Montaño, Serantes, Triano...), el ejército liberal intentaba romper el cerco carlista a la villa. Años después, la guerra ya acabada, Don Miguel llegó y paseó aquel Somorrostro; y en Las Carreras, en San Pedro de Abanto, en Montaño, en San Juan, fundió sus recuerdos de niñez con sus sensaciones al conocer el campo de batalla y alumbró una novela, su primera novela, Paz en la Guerra (1895) ..

Al escribirla, tuvo el escrúpulo de ser completamente fiel a los acontecimientos históricos. Por ello, el relato es una gran manera de seguir el curso de la batalla a través de sus personajes. Así que, como yo no lo voy a contar mejor, voy a cederle muchas veces la palabra al bueno de Don Miguel. En el prólogo de la novela ya declara:
"Aquí, en este libro –que es el que fui-, encerré más de doce años de trabajo; aquí recogí la flor y el fruto de mi experiencia de niñez y de mocedad; aquí, está el eco, y acaso el perfume de las más honrosos recuerdos de mi vida del pueblo en que nací y me crié; aquí está la revelación que me fue la historia y, con ella, el arte. Esta obra es tanto como una novela histórica una historia novelada. Apenas hay en ella detalle que haya inventado yo. Podría documentar sus más menudos episodios."
"Paz en la Guerra" narra la historia de Ignacio Iturriondo, nacido en una familia carlista, en un Bilbao liberal, sitiado por el ejército carlista y este ejército a su vez enfrentado al ejército liberal que intentaba romper el cerco por Castro Urdiales. En este escenario de "capas de cebolla", Ignacio se alista a la edad de 24 años para luchar en el ejército carlista y es enviado a Somorrostro. Sus correrías en la batalla nos van a servir para conocer sus escenarios. También he echado mano de las excelentes imágenes de los corresponsales gráficos de la batalla. Por el bando liberal, tenemos las crónicas de Jose Luis Pellicer y sus dibujos tomados del campo de batalla desde el ala liberal y publicadas en "La Ilustración Española y Americana". Además tenemos las ilustraciones de la revista "El Estandarte Real: revista político-militar ilustrada" que presentan imágenes tanto desde el campo liberal como del campo carlista. En algunos casos he intentado tomar las mismas instantáneas, en lo posible desde el mismo ángulo, para que se vea el aspecto que ofrecen los lugares en la actualidad y para que el visitante los pueda reconocer. Todas las ilustraciones antiguas proceden de la página web Álbun siglo XIX de la Diputación Foral de Guipuzkoa. Lamentablemente he encontrado más ilustraciones tomadas desde el campo liberal que desde el campo carlista y las crónicas de guerra exponen también ese punto de vista. Es asimismo muy recomendable la lectura del artículo "Crónica de la guerra carlista" de Jesús Ángel Arrate, en el número 5 de la revista Trueba (2010), resultado de un excelente y reciente trabajo de campo, y del que se han celebrado exposiciones por varias localidades encartadas, de aquí he tomado algunos datos para hacer esta exposición. La batalla de Somorrostro fue uno de los episodios más trágicos de las guerras carlistas, saldándose según los historiadores con unos 3000 muertos y 8000 bajas en total por parte de ambos ejércitos. Las guerras carlistas desangraron el territorio español durante buena parte del siglo XIX. Se iniciaron con un conflicto sucesorio, cuando Fernando VII al no tener descendencia masculina, desposeyó de los derechos sucesorios al trono a su hermano Carlos María Isidro. Fernando VII en 1830 promulgó la Ley Pragmática, que le garantizaba el trono a su hija Isabel II. Esto inició una guerra entre los partidarios de ambos pretendientes que enfrentó asimismo dos concepciones del estado y de la sociedad: la tradicionalista y foralista (carlista) y la liberal. Las guerras (que fueron tres) se prolongaron hasta 1876, entre los sucesores de los que las iniciaron: Alfonso XII y el pretendiente Carlos VII. No fue esta una "guerra total", en el sentido que en muchas regiones no hubo combate alguno. El ejército liberal era el ejército "oficial" del gobierno de Madrid, era un ejército pertrechado y uniformado, fácilmente reconocible por sus uniformes pardos y sus gorros tipo ros ó quepis. Por ello se les conoce en las crónicas como gubernamentales, republicanos ó simplemente el ejército. Los carlistas les llamaban despectivamente "guiris" o "negros". El ejército carlista se agrupó alrededor del estado mayor del pretendiente y estaban menos uniformizados. Sólo los oficiales lucían uniforme completo, el distintivo común era la boina roja. Los liberales les llamaban "rebeldes" insurrectos" o "carcas". Muchos observan e interpretan estos conflictos en clave actual: izquierdas y derechas, nacionalistas y centralistas....; muchas veces en un afán de clasificar a los contendientes en "buenos y malos". Creo que las cosas no son tan sencillas y, aunque puede haber algún antecedente, el interés es únicamente histórico. El paso del tiempo ha retorcido mucho la cosas y personalmente, tomar partido en una guerra que finalizó hace más de 100 años me parece poco práctico. Unamuno por su parte, en "Paz en la Guerra", a mi modo de ver, sólo toma partido por la paz. A pesar de que su personaje principal es carlista, en todo el relato deja claro que en realidad los soldados son "enviados allí" y que su única motivación es sobrevivir y vencer al miedo a la muerte, inminente y presente en cada rincón. Se compadece de los soldados de ambos bandos en su faceta de víctimas del horror. Unamuno retrata los tres niveles de intereses en la guerra. Primero el interés político, por parte del pretendiente Carlos y del presidente Serrano. El interés militar por parte de los generales, retratados como personajes de buena vida (coñac en la mano y atacando después de la siesta) ávidos de gloria, condecoraciones y victorias. Y, finalmente, los soldados en permanente dilema entre matar o morir y burdamente ideologizados a base de arengas. Nuestro personaje unamuniano (Ignacio), participó en las acciones defensivas del barrio de Las Cortes, después del barrio de Murrieta y finalmente de la iglesia de San Pedro de Abanto. Todo ello ocurrió durante las acciones militares del 25 al 28 de marzo de 1874, en la segunda batalla de Somorrostro. El relato empieza cuando llega Ignacio al campo de batalla, a la altura de Sanfuentes.
"Cuando llegó Ignacio a Somorrostro llevaba en el alma un tumulto de anhelos, amasados con nacientes desilusiones. Destináronle a un batallón a las reservas de San Fuentes, y vio de paso al general en jefe, que, sentado en una silla, en el balcón de una casería, con la botella de coñac al lado y encendidos los pómulos, contemplaba allá, a lo lejos, los fogonazos de los morteros carlistas sobre Bilbao, para lo que había hecho talar una encina, cuyo follaje se lo hubiera impedido."

La Batalla de Somorrostro en realidad fueron tres batallas. Al inicio, las fuerzas liberales habían ocupado los altos de Janeo, La Rigada y la margen izquierda del río Barbadún , A continuación describe el escenario de la guerra tal y como lo veía desde su posición. Las defensas Carlistas tenían su cuartel general en Sanfuentes y una línea de fortificaciones que comenzaban en Montaño, seguían por Murrieta, San Pedro, Santa Juliana, La Mina Rubia (La actual subida al barrio de La Balastera dominando el barrio de Putxeta, y una serie de fortificaciones a lo largo de los montes de triano, siguiendo en altura la vía del ferrocarril minero de Galdames (actual vía verde) hasta el barrio de Las Cortes. Los carlistas carecían de artillería apuntando hacia el ejercito liberal de Cantabria ya que la habían reservado para bombardear a la sitiada Bilbao. Por ello, los defensores de las posiciones de Las Cortes, Santa Juliana, San Pedro y Montaño, sólo contaban con su aventajada posición en las alturas para defenderse.
Elementos de ambos ejércitos, en sus posiciones antes de la batalla. En azul ejército liberal 1. Campamento de La Rigada. 2. Baterías de Janeo, La Rigada y estribaciones del Mello. 3. Posiciones de San Juan de Somorrostro, San Julián de Musques y Pobeña. En rojo ejército Carlista. 1. Campamento de Sanfuentes. 2.Trincheras de Montaño, alto las Guijas, Murrieta, San Pedro, Mina Rubias, Las Cortes y Montes de Triano.

"Ignacio se pasaba el día en espera de la gran batalla, en máxima tensión su imaginación belicosa, jugando a las chapas o a busca de caracoles, para matar el tiempo. Extendíase a su frente el risueño valle de Somorrostro, cual circo de un vasto anfiteatro. Divídelo en partes desiguales la ría, más allá de la cual iban perdiéndose de vista los perfiles de las montañas del campo enemigo, empezando en el Janeo, que domina a lo largo el valle todo. Del lado acá de la ría, guardando su entrada y dominando el valle el Montaño puntiagudo con sus escalones; luego se despliegan, en media luna, la ladera de Murrieta, la fragosa colina de San Pedro de Abanto y la de Santa Juliana, después separada de ella por la garganta que da paso a la carretera. Desde aquí, elevándose en gradería, escalan las colinas las estribaciones de la elevada sierra de Galdames. El valle sube, en suave pendiente, a unirse con la red de colinas que le enlazan a las alturas circundantes, alturas a las que suelen bajar a descansar las nubes."
Hay que decir, que tanto en la novela como en las crónicas de los corresponsales, como en los mapas del conflicto, se llama Janeo a lo que conocemos como el Pico Ramos. En la actualidad se conoce como Janeo una cima secundaria que tiene un pequeño repetidor o a todo el macizo en su conjunto. Aquí llamaremos Janeo a la cima principal.
"La línea carlista se extendía en semicírculo por la montañosa gradería trepando después las abruptas eminencias de Galdames. Habían talado la vertiente de Santa Juliana, y todo era, hasta los altos de Triano, trincheras y cortaduras en el ferrocarril minero que faldea los montes. Por todas partes fosos y trincheras, caminos cubiertos, sin aspilleras; fosos, sobre todo, que no ofreciesen saliente alguno de blanco al cañón enemigo. Ayudábanlos las obras de minería, aquellos tajos que hacían más accidentado al terreno. Dominaban la carretera, eje del valle, en redondo y con fuegos desenfilados. Todos, hasta las mujeres, habían trabajado con ardor, como hormigas en aquellas obras. ¿Quién los resistía? ¡Ni Dios pasaba por allí ya!"

Línea carlista en las estribaciones de los Montes de Triano. Imágen tomada desde El Campón. 1. Barrio de Putxeta. 2. Minas Carolinas y Rubias. Trincheras carlistas en los tajos de las minas. 3. Línea del ferrocarril de Galdames. Actual Vía Verde. 4. Cimas de Los Montes de Triano. Alta de galdames y El Manzanal. 5. Actual línea de ferrocarril de cercanías Bilbao-Muskiz. 6. Peñas Negras. 7. Cerro Buenos Aires. Antiguo Hospital Minero (Gallarta).

La actividad bélica

La primera batalla

24 y 25 de febrero de 1874. Primera batalla. El paso del puente de san Juan. Asalto a Montaño y San Pedro de Abanto y repliegue posterior.

La segunda batalla

25 de marzo de 1874. inicio de la segunda batalla. Toma de las Cortes. Ataque a Montaño por mantres. Toma y fortificación de Las Carreras.

La tregua

28 de marzo de 1874. fin de la segunda batalla. Tregua para el enterramiento de cadáveres en fosas comunes.

Fin del sitio

28 de abril de 1874: acción de Las Muñecas. 2 de mayo: entrada de liberales en Bilbao